David Bastardo.- Hace 100 años nació el ilustre científico y médico venezolano Humberto Fernández-Morán, quien posiblemente es la figura más importante de nuestro país en la innovación de la medicina y las ciencias. Entre sus contribuciones sobresale la invención del bisturí con cuchilla de diamante; un aporte que implicó una revolución en la medicina ocular, entre diversas áreas especializadas en el campo de la biofísica.
Fernández-Morán se destacó principalmente en el desarrollo de técnicas de microscopia electrónica, una línea de investigación que no sólo influiría decisivamente en la modernización científica de Venezuela, sino que también traería importantes adelantos para la medicina en todo el mundo.
Los años de formación
Natal de Maracaibo, el doctor Fernández-Morán vino al mundo en La Cañada de Urdaneta el 18 de febrero de 1924, hijo de Luis Fernández-Morán y Elena Villalobos. Realizó sus estudios iniciales en Maracaibo; sin embargo, cuando contaba con 12 años de edad, su familia se vio obligada a exiliarse en Nueva York a causa de un conflicto político que libraba su padre con el gobernador de Zulia durante esos años.
Tras la muerte de Juan Vicente Gómez en 1936, la familia Fernández-Morán Villalobos regresa a Venezuela, con lo que el joven Humberto logra continuar sus estudios de bachillerato en el Colegio Alemán de Maracaibo. Su desempeño escolar es excepcional y el director del colegio lo recomendase para estudiar en Alemania; algo que lograría también con ayuda de su padre. Finalmente, termina su bachillerato en el liceo Schulgemeinde del distrito de Schwandorf de Baviera, en 1937.
Poco después de cumplir 16 años, comenzó sus estudios de medicina en la Universidad de Múnich, una de las más antiguas del planeta, en un momento en el que partido Nazi tenía ya cinco años gobernando Alemania. A pesar de que su padre le recomendó regresar a Venezuela, el joven Fernández-Morán decide quedarse y durante el penúltimo año de la Segunda Guerra Mundial, en 1944, se gradúa de médico. Recibe su título con honores Summa Cum Laude en un sótano, mientras Múnich es bombardeada.
Casi un año después de su graduación, el doctor Fernández-Morán logra volver a Venezuela, aunque no se le permite ejercer su profesión hasta que revalida su título en la Universidad Central de Venezuela (UCV). Durante tres meses, trabaja en el Hospital Psiquiátrico de Maracaibo, a la vez que se convierte en profesor de biofísica en la UCV.
Entre 1945 y 1946, Fernández-Morán realiza un internado en neurología y neuropatología en la Universidad George Washington de Estados Unidos. A partir de este momento, la neurología será el campo principal de sus investigaciones.
Posteriormente, el doctor Fernández-Morán se haría residente de neurocirugía en el Hospital Serafimer en Estocolmo, junto con el neurocirujano Herbert Olivecrona. Durante este tiempo, también desempeñó labores de investigador científico en el área de microscopia electrónica para el Instituto Nobel de Física; una función que terminaría en 1949. Varios especialistas del área consideran que sus hallazgos de esa época, significaron una gran revolución en la microscopia, pero fueron subestimados hasta que en 2017, un equipo de químicos recibiría el Nobel por trabajar sobre esa investigación.
Simultáneamente, Fernández-Morán permaneció tres años dentro del Instituto de Investigación Celular y Genética, que forma parte del Instituto Karolinska de Estocolmo. Este proyecto duraría hasta 1951, año en que también recibiría una maestría en biología celular; un año después, Fernández-Morán se doctoró en biofísica en la Universidad de Estocolmo.
La cuchilla de diamante
Fue durante su estadía en Suecia que el doctor Fernández-Morán inventó la cuchilla de diamante para la ultramicrotomía, partiendo del seccionamiento ultrafino de materiales biológicos y metálicos, lo que permite analizar estructuras subcelulares. A raíz de esto, acuñó el concepto de crioultramicrotomía, que tiene la característica esencial de trabajar con bajas temperaturas. Este principio es el que fundaría, años más tarde, las bases del criomicroscopio electrónico, que también inventó.
Se atribuye al doctor Fernández-Morán observar y documentar a nivel casi atómico la estructura de diversos sistemas biológicos complejos en estado hidratado y a muy bajas temperaturas. Este proyecto demostró que el criterio científico para la fecha estaba errado, pues no se creía probable dar con estos hallazgos.
En 1953, el doctor Fernández-Morán publicaba su trabajo La cuchilla de diamante para seccionado ultrafino, que firmó como investigador del Instituto Karolinska de Estocolmo y del Departamento de Biofísica de la UCV.
El primer reactor nuclear de Latinoamérica
En 1954, Fernández-Morán regresa a Caracas, donde celebra una reunión con Marcos Pérez Jiménez, al que logra persuadir de la necesidad de un centro de investigación científica autónomo y de vanguardia. Ese mismo año se crea el Instituto Venezolano de Neurología e Investigaciones Cerebrales (IVNIC). Para la sede de este centro de investigaciones, el doctor Fernández-Morán eligió la cumbre de Altos de Pipe, en el estado Miranda.
Entre 1956 y 1958, el doctor Fernández-Morán supervisó la construcción del Reactor Nuclear RV-1, el primero de su tipo en Latinoamérica. Este proyecto formó parte de sus competencias como Director del IVNIC. En el mismo espacio que comprendía el recinto del IVNIC, se establecería también la Biblioteca Científica de Latinoamérica. El IVNIC sería, gracias a las iniciativas del doctor Fernández-Morán, el primer centro científico tecnológico del continente.
Uno de los objetivos centrales de este instituto científico era incorporar los últimos avances en microscopia electrónica al estudio del cerebro. Por esta razón, el IVNIC procuraba implementar, hacia aquella época, un programa de investigación principalmente dirigido hacia la neurología. En 1955, el doctor Fernández-Morán crearía la cátedra de Biofísica de la UCV, donde continuaría impartiendo clases, y ese mismo año patentó el bisturí con cuchilla de diamante.
El 13 de enero de 1958, Pérez Jiménez designa ministro de Educación al doctor Fernández-Morán. Sin embargo, duraría sólo nueve días en su cargo, ya que Pérez Jiménez sería derrocado el 23 de enero de ese mismo año.
Nuevamente en el exilio, Fernández-Morán partió hacia EEUU. Desde 1959 en adelante,el IVNIC pasaría a llamarse Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC), nombre que sigue ostentando hoy en día. Debido a su exilio, el doctor no llegó a ver la inauguración del Reactor Nuclear RV-1, que tendría lugar en 1960; la instalación se mantendría en estado de criticidad hasta 1993.
El ultramicroscopio electrónico de alta resolución
En Boston, el doctor Fernández-Morán sería contratado por el Hospital General de Massachusetts en el cargo de asistente de biofísica, en el departamento de neurología. Ejerció esta función hasta 1962. Al mismo tiempo, se le contrató en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) para que impartiera la cátedra de biología. En ese período de cuatro años, ejerció también como investigador asociado en el área de biofísica para la Universidad de Harvard.
Al término de su estancia en Massachusetts, el doctor Fernández-Morán sería contratado como profesor del Departamento de Biofísica de la Universidad de Chicago. Allí concibió la idea de un ultramicroscopio electrónico de alta resolución, proyecto que desarrolló con éxito. A consecuencia de esto, la Universidad de Chicago le otorgó la distinción de profesor vitalicio, a la vez que continuaría dando clases otra vez en el MIT y la Universidad de Estocolmo.
En 1960, el doctor Fernández-Morán postuló el concepto de criomicroscopia electrónica a partir de los estudios relacionados con muestras hidratadas congeladas. La Universidad de Harvard considera este concepto como uno de los 100 estudios que más contribuyeron al desarrollo científico durante el siglo XX.
Muchos premios y un asteroide
En 1967, el doctor obtuvo la silla profesoral Pritzker de la División de Ciencias Biológicas de la Escuela de Medicina de la Universidad de Chicago, recibiendo, entre otros honores, el prestigioso premio John Scott por haber inventado la cuchilla de diamante. El mismo galardón de las ciencias había sido otorgado anteriormente a Marie Curie, a Thomas Edison y a Alexander Fleming.
En 1968, dos científicos de renombre nominaron a Humberto Fernández-Morán para que recibiera el Premio Nobel de Fisiología o Medicina, en virtud de sus contribuciones al estudio de la ultraestructura celular por medio del uso del microscopio electrónico, enfatizando también la creación de la cuchilla de diamante. Los investigadores fueron el doctor Hans Selye y el fisiólogo indio R. K. Mishra, que habían trabajado conjuntamente con el doctor Fernández-Morán en otros proyectos. Además de esta nominación, habría un segundo intento de nominar al doctor en 1997, esta vez por el comité médico de la Gobernación del Estado Zulia. Una de las hipótesis que se manejan respecto a por qué no recibió el Premio Nobel es que este no le fue concedido por negarse a cambiar su nacionalidad. Sin embargo, de haber sido galardonado con el Nobel, el doctor Fernández-Morán hubiera sido el segundo científico venezolano en recibirlo, después de Baruj Benacerraf en 1980.
En 1970, la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA) lo contrató para trabajar en el proyecto Apolo en el área de análisis físico-químico de las rocas lunares. Casi diez años después, durante el Congreso Venezolano y Latinoamericano de Neurociencias, el doctor Fernández-Morán presentó sus avances concernientes a las investigaciones sobre la organización molecular de membranas celulares analizadas.
En 1998, se crea el Centro de Biología Estructural Humberto Fernández en el IVIC. En esta institución se analizan los fenómenos biológicos a nivel molecular por medio de múltiples estudios de la estructura proteica, de ácidos nucleicos, membranas, organelos y virus, basándose en técnicas como la criomicroscopia electrónica. Un año después, el 17 de marzo de 1999, el doctor Fernández-Morán fallecería en Estocolmo.
Es notable destacar que, debido a su experiencia de vida y su dilatada carrera, Humberto Fernández-Morán fue también un hombre muy cosmopolita. Tenía fluidez en español, inglés, alemán, francés y sueco. Además de sus grandes contribuciones a diversas instituciones científicas, el doctor también recibió múltiples reconocimientos y honores, incluyendo algunos póstumos.
Humberto Fernández-Morán recibió el Título de Caballero de la Orden de la Estrella Polar, otorgada por el Rey de Suecia, así como la Medalla Claude Bernard de parte de la Universidad de Montreal. Asimismo, la Universidad de Cambridge le concedió el Premio Médico del Año, honor que se suma a la Medalla John Scott de 1967. Del mismo modo, cuando se celebró el X Aniversario del Programa Apolo, en la década de los 80, la NASA otorgó a Fernández-Morán un reconocimiento especial.
Entre los distintos homenajes al doctor, destaca el Centro de Biología Estructural Humberto Fernández, del IVIC, así como la Escuela Básica Estatal “Humberto Fernández”, en Maracaibo. Por otro lado, el 2 de mayo de 2003 los astrónomos venezolanos Ignacio Ferrín y Carlos Leal, del Observatorio Astronómico Nacional de Llano del Hato, en Mérida, descubrieron un asteroide del cinturón principal que fue bautizado (1964746) Humfernandez, en honor al doctor Fernández-Morán.