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José Gregorio Hernández: un científico venezolano convertido en santo

El legado científico del “Médico de los Pobres” es tan sorprendente como cada uno de los milagros que le son atribuidos


El doctor José Gregorio Hernández, llamado también “El Venerable”, el “Médico de los Pobres” o el “Siervo de Dios”, fue un venezolano con una amplia trayectoria científica, que con su conocimiento, estudios, investigaciones, libros y artículos dejó valiosos aportes para la evolución del ejercicio de la medicina en el país.
 
Desde la escuela hasta la universidad, el hoy beato científico venezolano fue un destacado estudiante y un médico con una alta preparación académica. El doctor José Gregorio Hernández hablaba seis idiomas: inglés, alemán, francés, italiano, portugués y latín. 
 
En su carrera como profesor universitario se le atribuye la enseñanza del uso del microscopio en la cátedra de Medicina y de otros instrumentos médicos en Venezuela. Además, fue el primero en mostrar la toma de la tensión arterial a sus alumnos con los tensiómetros modernos.
 
PADRE DE LA BACTERIOLOGÍA Y MEDICINA EXPERIMENTAL
 
Hernández es considerado el fundador de la bacteriología en Venezuela, área a la que dedicó especial atención durante su ejercicio profesional, debido a la realidad sanitaria del país con enfermedades como la tuberculosis y fiebre tifoidea. 
 
Recién graduado de médico, en el año 1888, en la Universidad Central de Venezuela (UCV), presentó dos temas relacionados con esta área: 1) la doctrina de Laennec, que asienta la unidad del tubérculo, frente a la escuela de Virchow, que sostiene la dualidad; y 2) la fiebre tifoidea típica de presentarse en Caracas.
 
El Dr. José Gregorio Hernández estudió en Francia teoría y práctica en las especialidades de microscopia, histología normal y patológica, bacteriología y fisiología experimental. En Berlín profundizó sus estudios en histología y anatomía patológica y realizó un curso de bacteriología. En Estados Unidos realizó también estudios para aprender nuevas técnicas de bacteriología.
 
En París compró un laboratorio de fisiología, por instrucciones del gobierno de la época, a cargo Raimundo Andueza Palacios. Este laboratorio era semejante al de la Universidad de París y fue instalado en la UCV, en donde fue fundador y director de las cátedras de Histología Normal, Patología y la de Bacteriología, la cual fue la primera fundada en América Latina. Posteriormente, creó la cátedra de Parasitología.
 
Gracias a este médico trujillano, nacido en Isnotú el 26 de octubre de 1864, comenzó en Venezuela la verdadera docencia científica y pedagógica, a base de lecciones explicativas, con observación de los fenómenos vitales, la experimentación sistematizada, prácticas de vivisección, pruebas de laboratorio y cultivo de microbios.
 
El Dr. José Gregorio Hernández -quien falleció a los 54 años de edad, en la parroquia La Pastora de Caracas, el 29 de junio de 1919- fue el primer venezolano en publicar un trabajo de investigación sobre anatomía patológica práctica y uno de los 35 fundadores de la Academia Nacional de Medicina en la nación suramericana.
 
Su formación científica fue sólida, pues desde sus primeros años de estudios médicos contó con maestros de gran talla, como Adolfo Ernst y Adolfo Frydensberg. En Europa, fue alumno en fisiología de Charles Richet, quien fue Premio Nobel de Medicina en 1913; de Mathias Duval, en histológicas y embriología; de Isador Strauss, en microbiología, quien premió a Hernández con una medalla por ser su mejor alumno, y en Madrid recibió clases con Santiago Ramón y Cajal, Premio Nobel de Medicina en 1906.
 
ESTUDIOS SOBRE GLÓBULOS ROJOS
 
Hernández comprobó los hechos relacionados a la numeración globular roja y las presentó al I Congreso Médico Panamericano de Washington en 1892. 
 
En el resumen de este trabajo publicado en la Gaceta Médica de Caracas de 1893-94, expresa: “Creemos que el número de los glóbulos rojos es menor en los habitantes de las regiones intertropicales que en los de las regiones templadas, y suponemos que esta hipoglobulia depende del organismo que teniendo menos pérdidas de calor por la irradiación, disminuye la producción globular. Y por este hecho está perfectamente de acuerdo con la opinión antigua de que los países cálidos son los países anemiantes por excelencia”.
 
ESTUDIOS SOBRE ANGINA DE PECHO
 
Junto a Nicanor Guardia, el Dr. José Gregorio Hernández escribió para un estudio dedicado a la Facultad de Medicina de Madrid sobre la angina de pecho de naturaleza paludosa. En este trabajo científico, publicado en la Gaceta Médica de Caracas de 1894, destacó la observación de tres casos, que le sirvieron de base para estudiar con más detalle esta enfermedad poco conocida y mal estudiada para ese momento.
 
LIBRO DE BACTERIOLOGÍA
 
En 1906, el médico de los pobres publicó una de sus obras más importantes: Elementos de Bacteriología, primer texto de esa especialidad editado en el país y en el que a lo largo de sus 194 páginas presentó las definiciones de bacteriología, los microbios, microbios vegetales, animales, sus formas, coccus, bacilos, spirilos, clasificación de Pasteur, entre otros. Este libro fue referencia durante muchos años en la cátedra de Bacteriología de la UCV.
 
ESTUDIOS DE PULMONÍA
 
Además, Hernández realizó estudios de las denominadas lesiones anatomopatológicas de la pulmonía simple o crupal, publicado en la Gaceta Médica de Caracas de 1910, con los que demostró que dicha enfermedad era bastante común en Caracas, muy al contrario de lo que se creía en la época, considerada una afección rara o excepcional.
 
En su trabajo sobre pulmonía, el Dr. Hernández concluyó: “La muerte puede sobrevenir en cualquiera de los períodos de la pulmonía. La causa de muerte es por agotamiento del corazón por excesivo funcionamiento (…) De estas consideraciones podemos deducir la regla de conducta que debemos observar en presencia de un caso de pulmonía, fácil de sintetizar: en el tratamiento de la pulmonía lo primero es defender el corazón”.
 
ESTUDIOS SOBRE FIEBRE AMARILLA, TUBERCULOSIS Y BILHARZIASIS
 
Entre otras de sus publicaciones, se encuentra De la nefritis en la fiebre amarilla, en colaboración con el doctor Felipe Guevara Rojas, en el año 1910, en la que explicó que las lesiones encontradas eran: “aumento de volumen y congestionamiento, manchas equiomáticas y sangre en la orina, lesiones en los glomérulos de Malpigio... Apartando los casos fulminantes que destrozan el hígado por esteatosis sobreaguda, podemos establecer para los demás la siguiente ley: en el tratamiento de la fiebre amarilla lo primero es defender el riñón”.
 
El Dr. José Gregorio Hernández realizó los primeros trabajos para el tratamiento de la tuberculosis con el aceite de chaulmoogra (Ginocarda odorata), el cual se usaba hasta esa fecha para tratar la lepra. Este estudio lo presentó a través de una nota preliminar en una sesión de la Academia de Medicina en 1918, en la que apuntó: “el aceite de chaulmoogra ciertamente mata al bacilo de Koch, los enfermos tratados mejoran su estado general después de la inyección. Las inyecciones de uno o dos cc, separados por largos intervalos es lo mejor".
 
Adicionalmente, el médico de los pobres realizó un estudio de gran importancia sanitaria acerca del flagelo de la bilharziasis, trabajo que sirvió para alertar tanto al gremio, como al público, sobre la importancia de la terrible endemia y evidenció que su presencia en el país era mucho mayor de lo que se pensaba en ese entonces.
 
MEDICINA PSICOSOMÁTICA
 
Hernández sabía de medicina psicosomática, mucho antes de que se hablara de ella. Aunque no era psicólogo, conocía la importancia de la psique en el desarrollo de muchas enfermedades. Sobre neuropatología escribe en relación a Santa Teresa de Jesús, rechazando el diagnóstico de histerismo dado a la santa:
 
“La neuropatología nos enseña a conocer perfectamente el histerismo, de tal suerte que apenas hay enfermedad de más fácil diagnóstico. Es una enfermedad del sistema nervioso que carece de localización anatomopatológica y que presenta distintos grados de desarrollo, pero en todos los enfermos se observan ciertos rasgos morales peculiares que se descubren prontamente…”.
 
Por si fuera poco, la producción de trece ensayos científicos, la mayoría de ellos publicados en la Gaceta Médica de Caracas, a la lista de textos del Dr. José Gregorio Hernández se le suman otras obras sobre religión, filosofía y artes, a mencionar: Elementos de Filosofía (1912), El señor Nicanor Guardia (1893), Visión del arte (1912), En un vagón (1912) y Los Maitines (1912).
 
Todos estos aportes evidencian la influencia transcendental del Dr. José Gregorio Hernández para la evolución de la medicina de la época. No en vano muchos hospitales, institutos educativos, universidades, centros de investigación y laboratorios clínicos en el país llevan su nombre, ya que entre la comunidad científica venezolana el Siervo de Dios también dejó huellas significativas de amor por el ejercicio de la medicina, por la docencia, el desarrollo del país y el bienestar de los más necesitados.

Prensa CNTI

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